Desde un primer momento, las escaleras del cuarto piso nos resultaron interesantes al realizar el scouting de lugares. La primera impresión sobre el espacio fue su abandono total, su falta de mantenimiento y olvido. No parecía pertenecer a FADU, le faltaba esa vida y color tan característicos de la facultad. Habían elementos con cierto anacronismo como computadoras viejas y boletines oficiales pero también stickers de asociaciones políticas y graffitis. Nos recordó a una cápsula del tiempo y todo aquello nos desprendió preguntas: ¿Quién dejó todo aquello allí? ¿Por qué motivo? ¿Por qué en unas escaleras y no en una habitación o armario? ¿A quién pertenecían estos elementos? Las escaleras que son un lugar de tránsito, ¿quedaron estancadas, sin uso, con todos estos objetos? ¿Su funcionalidad ya no es la misma? ¿Cómo los objetos modificaron su espacialidad? ¿Las volvieron aún más sombrías, oscuras, misteriosas, ocultas?
En un principio, no lográbamos encontrar una unidad visual desde dónde mostrar el espacio. Pero con las correcciones nos pareció pertinente ponernos en los zapatos de un estudiante del pasado o del futuro que observa el lugar por primera vez. Y entonces nos preguntamos qué es lo primero que nosotras observamos cuando nos ocurre aquello. Por lo general solemos observar las dimensiones del lugar, observamos su altura, su longitud, su espacialidad y su luminosidad. En este sentido, creemos que al posicionar la cámara de manera contrapicada, se refuerza la mirada inquieta que busca dimensionar el espacio, que ve al lugar como algo inmenso y extraño, que lo cuestiona.
Desde lo formal, elegimos planos que tuvieran una fuerte linealidad central, marcada por figuras geométricas como los rectángulos. Respecto a esto último, nos preguntamos acerca de la geometría de los espacio que habitamos, siempre marcados por cuatro paredes, un techo y un piso. Estamos rodeados por los rectángulos, en todos lugares. No podemos escapar de ellos.
Respecto a los recursos lumínicos, optamos por enrarecer al espacio reforzando la idea de extrañeza e incertidumbre. Para ello, empleamos una luz cálida con tintes verdosos, inspirada en las luces de los subterráneos y lugares sombríos, que por un lado, intrigan pero que por el otro asustan un poco. ¿De dónde proviene? ¿Por qué en ese color no tan usual?, son preguntas que nos hacemos al encontrarnos en tales lugares.
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